Cuando era pequeñita, mi abuela me llevo a la cocina y me dijo vamos a preparar una merienda que va a estar riquisima. Yo pense "bien un pastel de chocolate" y me dijo dame las fresas. Bueno, las fresas me gustaban, dije "a ver que hacemos". Y me sorprendio cuando me pidio el vinagre. ¿Fresas con vinagre? ¿Que tonteria es esa? Y cuando las acabamos y las probe, madre mia, que buenas. Yo no sabia por que, el vinagre acentuaba el sabor de las fresas. Ahora lo pienso y hay cosas que son asi. Cuando dos personas son esos dos sabores, se acentua uno de ellos, haciendo que sea una receta perfecta.

La historia que mas me gusta de todas las que haya leido es de amor.

Si, de amor, pero no amor pasteloso de esos novios que estan todo el dia con los te quiero en la boca, que parece que ultimamente esa es una de las palabras mas faciles de decir.

Bueno mi historia es de un amor diferente.

Un amor entre amigos.

Dos amigos diferentes.

Dos amigos que se llaman Chico y Piter.

Dos amigos que a pesar de ser perros eran amigos.
Dos amigos que deciden que si sus caminos se separan para siempre, no sera sin antes ir a pasear. A pasear por caminos de estrellas, en cualquier barco que navegue despacio. Cualquier barco que recoja sus redes llenas de pescados que salten, resistiendose a morir.
Porque es pronto para eso, porque siempre lo es para morir.
Y aunque para Piter hubiera llegado la hora, Chico no estaba dispuesto a dejarlo ir. No sin antes decirle que a pesar de todas las riñas que tuvieron,
él, fue su único y mejor amigo.
Una amistad verdadera, a pesar de las grandes diferencias entre ellos.